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El país de las motos

  • Alejandro Pino
  • 6 jul 2016
  • 5 Min. de lectura

La manada empieza a rodear a los vehículos que están a la espera. Aprovechando su tamaño, cada uno de sus integrantes se va colando por donde puede, a la derecha del campero, por delante del utilitario, en una fila de tres justo a la izquierda del taxi… de pronto, el semáforo cambia y un rugido sacude la calle cuando la manada de motocicletas emprende de nuevo su marcha.

Las motos son las nuevas dueñas de las calles en Colombia y las cifras lo demuestran. En 2014, según cálculos del Ministerio de Transporte, el parque automotor llegó a casi cinco millones de vehículos de cuatro ruedas, mientras las motocicletas por primera vez en la historia superaron a los carros con casi seis millones.

Seis millones de motos en un país de 45 millones de habitantes demuestran varias cosas. La primera, que es el medio de transporte más barato, y no solo se trata de que se pueda comprar una nueva por menos de tres millones de pesos, sino sobre todo por consumo, pues teniendo el precio de la gasolina más alto de la región, movilizarse en una motocicleta resulta una gran opción para una economía que tiene su salario mínimo en $644.350.

Esto también ratifica que, si bien el consumo de la clase media en Colombia creció en los últimos años, como demuestran los diferentes estudios sobre el Índice de Movilidad Social, y el carro sigue siendo un bien de lujo cuyos precios cada vez son más asequibles –lo que explica el crecimiento de ese mercado el año pasado–, este es un país en el que predomina la clase vulnerable, esa que en 2012 el Banco Mundial definió como aquellos que no están en estado de pobreza pero que no tienen la seguridad económica de la clase media y que corresponde al 34% de la población.

Y en un país en el que más de la tercera parte de la población pretende crecer económicamente, con las características de consumo que esto representa en términos de estatus, la moto es un bien básico. En palabras simples: puede que no se tenga plata para comprar una casa o un carro, pero se puede comprar una moto y ser propietario. Y eso simbólica y económicamente pesa.

MOTOS PARA TODOS Una AKT 125 NKD cuesta $2.190.000 y es la moto más barata que se ofrece en el mercado de las nuevas, donde también está la BMW k1600 GT que cuesta 79.900.000; lo mismo que cuesta un 4×4 full equipo. Ese es el encanto del mercado de motocicletas, que a diferencia del de vehículos de cuatro llantas tiene un amplísimo espectro que incluye básicamente a todos los ciudadanos.

Porque la gama más baja del mercado de motos incluye unidades de muy bajo consumo gracias a los motores de 125 cm3 y las carrocerías livianas, hechas para el asfalto y para moverse fácilmente en la ciudad. Pero incluso en esa gama puede haber diferencia entre los estilos, tamaños y tipos de motocicleta, desde una crucero a una scooter, con lo que estamos hablando de un universo de oferta enorme y en crecimiento.

El abanico de marcas incluye a las tradicionales japonesas Kawasaki, Yamaha, Honda y Suzuki; a las europeas BMW, Ducati, Husqvarna, Husaberg, Piaggio, KTM, Moto Guzzi y Aprilia; a las norteamericanas Harley Davidson, Can-Am y Polaris; a las indias TVS y Bajaj; a las chinas UM, Jialing… hay para cada gusto, para cada presupuesto y para cada necesidad.

Lo más interesante es que el crecimiento del mercado está dinamizando la industria. Auto Técnica Colombiana S. A., más conocida como Auteco y la más tradicional de las ensambladoras de motos en Colombia, amplió su espectro con las japonesas Kawasaki y desde los 90 vende en Colombia la marca india Bajaj, luego introdujo la Kymko taiwanesa ingresando así en el mercado de las scooters y, desde el 2012, trajo las KTM para dar la pelea en el mercado deportivo.

En 2014, Auteco dominaba el 38% del mercado, y ese crecimiento llevó a la empresa a abrir una segunda fábrica en Antioquia, con todo el impacto que eso tiene para la región en términos de empleo y crecimiento.

“Colombia lleva ya casi 10 años seguidos con importantes crecimientos en las ventas de motocicletas, por eso, desde 2010 pusimos nuestra atención en este mercado”, dijo en julio pasado Pawan Munjal, CEO de Hero Motocorp, el gigante indio de las motocicletas que desde el año pasado entró de frente a este jugoso mercado con la construcción de su propia ensambladora en Villa Rica, Cauca, un proyecto de casi $70 mil millones que va a representar una nueva fuente de trabajo y un impacto positivo en la economía de esa región.

“En 2015, comenzará a operar oficialmente la planta de Hero en Colombia. En la compañía vemos la moto como un vehículo de desarrollo para todos aquellos que adquieren una, y en este orden de ideas, pensamos posicionarnos en el nicho que se encuentra entre los 100 centímetros y 250 centímetros”, agregó Munjal.

Yamaha, ensamblada en Colombia por Incolmotos, tiene el 20% de la torta y también le apuesta a la expansión. En 2014, amplió su planta y creció su producción, y este año tiene nuevos e interesantes objetivos de negocio.

El mercado es tan bueno, que incluso una marca de la gama alta como la británica Royal Enfield, cuyas plantas están en la India, le apostará este año a la importación de sus tradicionales motocicletas de crucero en asocio con el Grupo Corbeta (comercialmente conocido como AKT).

DE LUJO Y ahí está el otro punto, tal vez el más curioso de este creciente mercado, y es el segmento de compradores con capacidad de invertir en una moto de gama alta lo que podrían invertir en otro vehículo de gama baja. La industria de las motos en Colombia descubrió en los últimos años que hay una población de clientes potenciales dispuesta a pagar por el lujo en dos ruedas y las posibilidades que un ciclomotor puede ofrecerle en términos de movilidad, y le está sacando provecho.

Ya es normal ver en las carreteras del país las caravanas de motos de lujo que recorren las vías mostrando el orgullo de pertenecer a un nuevo grupo social. Se ve a los harlistas en sus poderosas Harley Davidson y con sus atuendos que evocan la rebeldía de los pandilleros de los 60 en Estados Unidos; a los hipsters en sus coquetas Vespa o Piaggio reproduciendo en nuestras autopistas el estilo de vida de los bohemios italianos; a los aventureros subiendo por nuestras cordilleras y lomas en sus Royal Enfield o mostrando la potencia de sus BMW y Ducati…

La motocicleta se ha convertido en un escape social para los que pueden pagar entre 20 y 80 millones de pesos para tener una máquina que más que un medio de transporte es un lujo y un hobby. Lo cierto es que vivimos en el reino de las motos, esa manada que está rodeando a los carros en los semáforos y que, según la proyección del mercado, en tres años podría tener una relación de dos a uno por cada automóvil.

tomado textualmente de: http://revistadelogistica.com/transporte-y-distribucion/el-pais-de-las-motos/


 
 
 

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